En Bolivia, al igual que en muchos países, se vive una emergencia sanitaria debido a la rápida propagación del coronavirus. Mientras tanto, en Casa San José, intentamos mantener la energía positiva y los niños se entretienen con distintas actividades y juegos.
Desde el mes de marzo, el Gobierno de Bolivia fue adoptando diferentes medidas para frenar el avance del contagio cuando se detectaron los primeros casos en los departamentos de Oruro y Santa Cruz. En primera instancia, se decretó la suspensión de actividades educativas en todos los niveles y la restricción del acceso a Bolivia de pasajeros provenientes de Europa. Posteriormente, se declaró una “cuarentena nacional rígida”, que mes a mes se fue modificando según las evaluaciones de cada departamento, realizadas por el Centro de Operaciones de Emergencia (COE).
Cuando la pandemia empezó a golpear a Bolivia la Casa San José, en Cochabamba, acogía a 17 menores. Las medidas que se fueron implementando a nivel nacional nos obligaron a modificar el programa de actividades. Esto afectó, principalmente, a las diferentes salidas educativas y de recreación previstas, que se suspendieron de inmediato, al igual que los talleres de arte, pintura y manualidades, con el objetivo de reducir el flujo de entrada de personas en la institución. Lo que más nos preocupaba era la suspensión de las visitas de familiares a los niños acogidos, que son parte fundamental del proceso de reintegración de los menores. Gracias al amplio uso del WhatsApp en Bolivia pudimos reemplazar esas visitas por videollamadas y continuar con el proceso de acercamiento familiar.
La cuarentena nos obligó también a reorganizar el trabajo del personal.
Modificamos los turnos de trabajo, alargando las jornadas con el fin de permanecer un mayor tiempo en la Casa San José en compañía de los niños y adolescentes. De esta manera, buscamos evitar la propagación del virus entre el personal y cuidar la salud de todas las personas de la casa.
Los niños y adolescentes recibieron diferentes charlas sobre el coronavirus mientras que la enfermedad se iba propagando de manera rápida en el país. También nos aseguramos de que estuviesen al tanto de los motivos por los que se suspendieron las actividades en el exterior de Casa San José y las visitas de los familiares, situación que todos comprendieron de manera rápida. Además, se fueron implementando medidas de bioseguridad en la casa, como la desinfección en profundidad de los espacios, el lavado de manos de manera constante y el uso regular de gel hidroalcohólico.
En el afán de la rutina diaria, entre realizar tareas del hogar, lavado de ropa, preparar los alimentos, apoyo educativo y talleres de diferentes temáticas de interés común, pasaban los días. Pero un día en el que los menores y las educadoras se disponían a degustar la merienda en el pahuichi[1], pasó algo especial. Encontraron un gato malherido, con heridas en las patas y el pelo muy descuidado. Se veía muy asustado y con signos evidentes de estar sufriendo. Al percatarse de su presencia, los niños, siempre afectuosos con los animales, decidieron adoptarlo. Y junto con Pelagia, la educadora que se encontraba a su cargo esos días, decidieron darle cobijo en Casa San José.
Se encariñaron tanto por el animal que lo llamaron Tomás y habilitaron una caja de cartón, con una manta, para que éste pudiera dormir.
Poco después, Neoquen y Adriel, dos de los adolescentes de la casa, le prepararon una casa donde pintaron su nombre. De esta manera, en muy poco tiempo ya era uno más en Casa San José.
Para proteger la salud del animal y de todos los miembros del centro, llevamos al gato al veterinario para que le vacunara y lo revisara. Actualmente, Tomás es parte de la casa, y todos tienen la responsabilidad de cuidarlo y respetarlo, al igual que lo hacen con los dos perros que los acompañan día a día.
Entre historias y vivencias como esta van transcurriendo los días de cuarentena en Casa San José, siempre a la expectativa de nuevos cambios y nuevas situaciones que tendremos que enfrentar. Eso sí, a pesar de las circunstancias, se trata de mantener siempre la buena energía con los niños y adolescentes acogidos. El personal de Casa San José convive con ellos y, por ahora, son el único referente adulto con el que cuentan.
Para lograr este buen temperamento, en los últimos meses se han implementado talleres para trabajar el manejo de estrés entre las educadoras, a través de diferentes técnicas y ejercicios. Se ha encargado de ello las áreas de psicología y trabajo social del centro, siempre teniendo en cuenta que la coyuntura actual es compleja y las nuevas situaciones que se van dando en el día a día afectan de distinta forma a la salud física y psicológica de las personas.
Así se vive la cuarentena en Casa San José, con algunos miedos, pero sobre todo con el mejor ánimo y mucha energía positiva.
Esto es necesario para que los menores acogidos conozcan la situación actual, pero también para que vivan tranquilos, sin miedo sobre lo que pasa en el exterior de la casa, y manteniendo la ilusión de poder volver, en el momento menos pensado, a sus hogares con sus seres queridos.
Si quieres apoyar la labor que se realiza en Casa San José, te animamos a participar en nuestra campaña de Navidad. Su objetivo es recaudar donativos para este centro de acogida y conseguir que, en 2021, muchos de los niños que hoy viven en él puedan volver con sus familias.
Puedes participar:
Haciendo clic aquí para visitar la web de la campaña.
A través de transferencia a la cuenta: ES94 2100 0079 8402 0141 3162
Por Bizum con el código: 00296
Este artículo forma parte de la Revista 2020 de la Asociación Nuevos Caminos. Si quieres recibirla, puedes suscribirte a nuestro boletín aquí.
[1] Sombra tradicional boliviana hecha de maderas y paja.