Luciana y Ada, su historia es la de muchas niñas dominicanas, detrás de esa presencia agradable y bien cuidada, esconden una lucha diaria por salir adelante a pesar de la adversidad.
Luciana, cara bonita, pelo recogido, carmín suave en los labios, ropa limpia y bien planchada, llegó a pedir una colaboración para sus estudios. Conocedora del programa de becas que tenemos con la colaboración de la Fundación Mapfre , no dudó en solicitar una de las ayudas que ofrecemos a los niños y niñas dominicanas de Sabana Yegua. Tras tomar nota de sus datos le pedimos regresar en dos meses, cuando reuniríamos a todos los solicitantes y seleccionaríamos a los nuevos becados.
Tras estudiar mejor su situación socioeconómica, Luciana fue seleccionada como beneficiaria de una de las becas. Quería estudiar enfermería en la universidad más cercana e inició. Al cabo de cuatro meses se presentó con su hermana Ada, las dos niñas dominicanas tienen una presencia agradable, sencillas, pero bien vestidas y peinadas. Luciana nos explicó que el primer cuatrimestre había ido muy bien pero que el Ministerio de Educación, donde había solicitado una beca con anterioridad, se la había concedido. La felicitamos, alegrándonos por ella, ya que se trata de becas muy completas, y también alegrándonos porque eso significaba que nosotros tendríamos cupo para una nueva beca para otra persona que la necesitara.
Ella, sin embargo, no perdió un segundo para pedirnos si su beca podría pasar a su hermana. Ada había ya iniciado estudios de enfermería como ella y tenía dificultades para seguir adelante. Le contamos que este no era el procedimiento, que se debía pasar un proceso de selección y que no por una tener beca, esta podía pasar a la hermana, como si de un derecho se tratara. Aun así, retomando la situación familiar que nos contaba, accedimos a traspasar la beca de Luciana a su hermana Ada.
Ada lleva ahora un año estudiando y hace unos días nos contaron que a su madre le tuvieron que amputar una pierna. Cuando supimos que esta tenía cincuenta años y que parece que fue a causa de la diabetes, nos echamos las manos a la cabeza por esa traumática situación y en especial porque no se trataba de una mujer de anciana. También para sus dos hijas, dos niñas dominicanas que, como tantas otras, a una edad muy temprana deben asumir responsabilidades familiares.
En estos mismos días una colaboradora de nuestro proyecto supo que estábamos buscando cinco viviendas en muy mal estado porque teníamos la posibilidad de conseguir cinco casas nuevas prefabricadas. Aunque hay muchísimas viviendas viejas y de mala calidad, las cinco elegidas tenían que ser realmente en deterioro total, para así tirar la casa al suelo y construir una nueva. Ella nos pidió ir a ver la casa de Luciana y Ada.
La visitamos con su padre, un anciano casi ciego que no puede trabajar y nos mostró la casa consciente de que cualquier ayuda que les llegara sería de servicio para ese habitáculo tan precario. Se trataba de una casa de madera muy vieja donde vivían cinco personas, con suelo de tierra y una sola habitación con tres camas anchas empotradas.
Tristes por la situación familiar, que no por ser frecuente deja de chocar, decidimos que esa sería una de las casas seleccionadas para tener una nueva vivienda prefabricada. Así mismo nos alegramos de haber seleccionado a Luciana y posteriormente a Ada para el programa de becas. Su historia es la de muchas niñas dominicanas, detrás de esa presencia agradable y bien cuidada, esconden una lucha diaria por salir adelante a pesar de la adversidad.
En República Dominicana financiamos becas de estudios en los barrios marginales de Sabana Yegua. El objetivo es conseguir que, a través de la educación, los niños y las niñas dominicanas puedan salir del círculo vicioso de la pobreza y tengan una alternativa de vida mejor, cambiando su entorno familiar y su comunidad. Conoce más sobre nuestro trabajo en este país.