Los niños invisibles de México, son protagonistas del artículo publicado en El País, sección Planeta Futuro.
“Cuando sea grande quiero ser maestra como mi mamá que da clases a los más chiquitos”. Adriana Guadalupe nos mira desde sus enormes y curiosos ojos negros. Sus mejillas están rojas, algo quemadas por el frío. Tiene cuatro años y una vocación temprana: de mayor quiere ser profesora, lo mismo que su progenitora. Adriana es la primera personita que rompe el hielo y se acerca a nosotros cuando entramos en una de las aulas del Centro Comunitario de Desarrollo Infantil San José, en Jardines de San Juan Ajusco, en la Ciudad de México.
Pese a su pomposa y elegante denominación, Jardines de San Juan Ajusco no forma parte del México más favorecido. Se calcula que en el barrio viven 900 familias, todas en situación de extrema marginalidad. Es uno de los muchos asentamientos irregulares que hay en el país y en todos abunda la miseria y escasean servicios básicos como el agua, la electricidad, el alcantarillado o el asfalto. Jardines de San Juan se expande por la ladera del volcan Ajusco, a 3.000 metros de altura y están a 30 kilómetros del centro de la gran megalópolis en al que se ha convertido la Ciudad de México.
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