Una de las cosas que llama la atención en Etiopía es que cuando los niños están enfermos, no lloran. Aún no sabemos bien el por qué: si su umbral del dolor es alto o bien su capacidad de aguante es elevada o simplemente lo sobrellevan en silencio.
El otro día, en la escuela pre-escolar Kidane Mihret en Meki, Betelehem acudió normal a sus clases. Fue la maestra Alemitu quién se dio cuenta que tenía el uniforme mojado en la parte de la pierna izquierda. Al preguntarle, Betelehem de 5 años le dijo: “ayer me cayó agua caliente de la olla y me hizo daño”. Alamitu no dudó ni un minuto y la trajo a la enfermería escolar para que el equipo médico la revisara y curara. No era una simple herida, era una quemadura grave. Betelehem aguantó las curas que se le hicieron sin rechistar y sin verter una sola lágrima. Eso sí, las muecas de su cara expresaban el dolor que estaba sintiendo.
En Etiopía es normal cocinar en el suelo, ya sea con leña o con carbón. La mayoría de las familias no tienen estufa. Por eso son frecuentes los accidentes por quemaduras en el hogar, sobre todo entre los más pequeños. Se han ido haciendo charlas destinadas a los padres para evitar al máximo este tipo de lesiones.