Martha tenía solo tres años cuando empezamos a trabajar en Totora Pampa. Era tímida, callada e introvertida, pero a lo largo de todos estos años la hemos visto convertirse en una mujer muy trabajadora. Sigue el ejemplo de sus padres, humildes pero sacrificados, responsables y muy trabajadores. Hoy Martha estudia en una universidad técnica y se esfuerza para convertirse en ingeniera agropecuaria. Educación y mujer rural, en Bolivia como en todos los países pobres del mundo, es un tema que está marcado por las mismas claves socioculturales.
En Totora Pampa, como en otras zonas rurales de Bolivia, las niñas suelen abandonar los estudios entre los 12 y 15 años. Los padres buscan manos que ayuden a generar más recursos para subsistir como familia. Así parece que, una vez que las chicas aprenden a leer y escribir su nombre, ya pueden defenderse y no necesitan más formación. Cuando los recursos son tan limitados, el poco dinero que se consigue se destina a los hijos varones. A ellos se les da prioridad cuando hay que decidir pagar los útiles escolares y la ropa para que puedan continuar los estudios. Otras niñas crecen con la ilusión de encontrar un marido con el que poder formar su propia familia y vivir de forma independiente. Dejan los estudios teniendo hijos a una edad muy temprana y muy frecuentemente acaban siendo abandonadas a su vez por el padre de sus hijos. Se convierten en jóvenes mujeres luchadoras que subsisten precariamente de los productos de cultivos y ganado de la zona.
En esta realidad invertimos en la sensibilización de niños y niñas, y también de sus padres, sobre la importancia de la educación. Es un camino duro y una lucha difícil pues muchas veces las mismas jóvenes están ya resignadas a que la prioridad no es estudiar sino empezar a generar recursos. La coyuntura sociocultural en la que viven no les deja muchas alternativas de formación. Identificamos a las que quieren cambiar su realidad y vamos acompañándolas en su camino. Les prestamos apoyo económico para materiales y transporte, y refuerzo con sus estudios. Este año hemos visto como tres jóvenes terminaban la educación secundaria.
Y así volvemos a Martha, que actualmente estudia la carrera de agropecuaria en la universidad técnica Sayarinapaj, que en quechua quiere decir: “para que nos levantemos”. Por el momento ella está muy animada, sin problemas en sus estudios y con ventaja de que vive en un internado de la misma universidad. Tenemos las esperanzas puestas en ella, que será ejemplo para otras jóvenes de la zona. Educación y mujer rural: el gran reto a resolver en todos los países pobres del mundo.
Martha lo tiene claro y se ha planteado que, una vez que termine la carrera a nivel técnico superior, quiere continuar con los estudios y completar el nivel de ingeniería. Nosotros sabemos que son procesos lentos, caros y delicados, y que el entorno no ayuda. Trabajamos para que haya más mujeres como Martha, creemos en ella y compartimos la esperanza de que la suya será una historia de éxito y superación. Trabajamos con la convicción de que un país solo rompe el círculo de pobreza a través de la educación. Mientras haya Marthas, seguiremos intentándolo.