Chus López y Adrià Carreras, del equipo de CreaRSA, viajaron a Meki a finales de 2019 para captar con los objetivos de sus cámaras la vida alrededor del Centro de Capacitación Profesional Kidist Mariam.
Gracias a este viaje podemos compartir pequeñas piezas de vídeo para haceros llegar esa realidad tan vibrante y llena de vida.
Ya de regreso han querido compartir su experiencia en estas páginas.
El polvo se levanta con fuerza en las inmediaciones de Meki, Etiopía. Se cuela entre los rizos, la piel y los ojos de sus habitantes. La actividad es frenética a primera hora de la mañana y los carros tirados por burros, con decenas de ocupantes en sus asientos de madera, dan forma al trajín de una ciudad volcada en el comercio al por menor y el azaroso trabajo de la tierra. Los múltiples negocios entre ganaderos muestran una realidad que no pasa desapercibida para diversos grupos de mujeres.
Estos grupos, a veces de tres, de cuatro o, incluso, de cinco personas, aceleran el paso a las puertas del Centro Kidist Mariam. Sus sonrisas se mezclan con el olor a café de la “Yogo Cafe”, que desde bien temprano prepara los desayunos para la llegada de sus comensales. Las filas de mujeres se concentran en el patio de entrada del centro y para entonces la “Yogo Cafe” ya bulle de actividad gracias al emprendimiento de algunas alumnas de sus mismas aulas. El arte de la cocina convive con la enseñanza de la peluquería o de la costura para dar cuerpo a una oferta de títulos que el centro pone a disposición de sus vecinas.
La señal de la campana da inicio a la jornada académica. Para entonces, la lente de nuestra cámara ya ha quedado prendada de un par de alumnas que se convierten en las protagonistas de un seguimiento para mostrar su aprendizaje, sus primeros pasos profesionales. El sonido de sus tímidas sonrisas se filtra entre los auriculares de la grabadora y los silencios, que enmudecen las aulas, reflejan la capacidad de concentración que dedican a sus tareas. Muchas, la mayoría de ellas, han sufrido situaciones personales muy complicadas y la asistencia a las formaciones se convierte en la oportunidad de ser un motor de cambio en su familia, su comunidad.
La mujer es la columna vertebral de Etiopía que soporta la fuerte sobrecarga de labores que se reducen al ámbito reproductivo y doméstico, dependiente del aporte financiero de la figura masculina de la casa. La participación en las actividades del centro les granjea la posibilidad de salir de sus esferas predestinadas para poder crear nuevos negocios o participar de otros con el fin de ser más independientes y crecer en deseos y aspiraciones. Este cambio de mirada se hace notar en los discursos de sus entrevistas y les permite ganar en autoestima. Las tituladas del centro encuentran un nuevo camino que recorrer en restaurantes, peluquerías o, incluso, mediante el autoempleo a través de cooperativas de costura, en ocasiones, más allá de los límites de Meki.
En esa realidad más rural, caracterizada por familias más numerosas y una mayor dependencia de la ganadería, existen grupos de mujeres que también se organizan. Los diversos pueblos de alrededor de Meki entrelazan sus voces bajo la sombra de los árboles, donde diferentes mujeres, apoyadas por incansables trabajadores del Centro Kidist Mariam, conforman grupos de ahorro con el objetivo de darse apoyo emocional y financiero. Compartir sus fondos supone un aval para poder beneficiarse de créditos para comprar ganado o enfrentar otras necesidades domésticas, una palanca de cambio para lograr una cotidianeidad más llevadera.
La llegada a las diferentes localizaciones se convirtió en nuestra oportunidad de visitar una de esas casas y entrar de lleno en la dinámica de la familia de una de las participantes de los grupos de ahorro. Nuestro filtro occidental se desmoronó por completo con su gran hospitalidad y llegamos a conectar con lo más esencial de nosotros mismos, tanto a nivel profesional como personal. En ese trasiego de emociones y de imágenes, nos convertimos en nómadas del audiovisual adictos a captar la sonrisa de esos niños y niñas ilusionadas con el simple hecho de escuchar sus voces a través de los auriculares de la grabadora sonido. Da que pensar.
En esos nuevos espacios, donde la concepción del tiempo muta y se ralentiza, nos convertimos en acompañantes de una de las enfermeras del Centro Kidist Mariam, acompañándola en sus labores de sensibilización sobre nutrición, higiene y sexualidad para el alumnado, en ocasiones, a los más pequeños, y en otras, a los adolescentes. Esas escuelas llenas de niños y niñas hasta la misma bandera etíope en realidad son un centro de servicios para la asistencia sanitaria más primaria o para el mantenimiento de la higiene gracias a fuentes, lavabos y bombas de agua financiados por nuestras compañeras de Nuevos Caminos. En ese viaje a través de las múltiples realidades de los pueblos de la zona oromo de Etiopía, descubrimos que algo tan elemental como la educación, lo puede cambiar todo. Funde a negro.
Chus López y Adrià Carreras, CreaRSA.